El Superhombre está planteado como el siguiente paso de la evolución del hombre. Es el ser humano superado, evolucionado y transformado por la fuerza creadora que le es dada. Su característica principal es su necesidad de la vida; éste valora ante todo la vida terrena: el placer, las pasiones, la victoria, el impulso de superación… por eso rechaza la tradicional moral cristiana de humildad, caridad y fe.
El Superhombre sabe que solo vive en esta tierra y en este momento, por lo que renunciar a cualquier cosa en favor de una vida mejor tras la muerte es para él algo absurdo. Para el Superhombre el momento debe vivirse con total intensidad.
Otro pilar básico en el concepto de Superhombre es la voluntad de poder. Ésta es la voluntad de dominio, la fuerza, la ley del más fuerte. Es la exaltación de la fuerza y la agresividad (los instintos propios del ser humano). Vemos la influencia clara del pensamiento de Darwin y la selección natural (sólo los más fuertes llegan a sobrevivir). Esta voluntad de poder nos lleva a un deseo de no ser dominado por nadie. La voluntad de poder es lo que nos lleva a imponernos a los demás y a ser “coronados” como líderes y superiores, véase que no he dicho “coronarnos” puesto que la superioridad manifiesta del Superhombre debe llevar a los que son débiles a subyugarse de buena gana ante él ya que es el líder fuerte, sabio y poderoso que merece dominarlos. Éste matiz es el que no acostumbran a recordar los críticos de Nietzsche y los que lo acusan de nazi o fascista.
En el otro lado de la balanza tenemos a los mutantes del universo marveliano. Como máximos exponentes de sus ideologías encontramos a Charles Xavier y a Max Eisenhardt, también conocido como Erik Magnus Lehnsherr o Magneto.
Pero a pesar de tantas similitudes el matiz anteriormente señalado es lo que no los convierte totalmente en genuinos Superhombres: Charles Xavier opta por la vía de la coexistencia pacífica al comprobar que el hombre no está dispuesto a subyugarse amablemente a los mutantes, mientras que Magneto decide imponerse por la fuerza.
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